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Aleksandr Pokryshkin: el Nacimiento de un As

 

Por Diego Zampini

 

 

Aleksandr Pokryshkin: el Nacimiento de un As

 

Con al menos 59 victorias aéreas oficiales (posiblemente más, ver apendice V), Aleksandr Pokryshkin es uno de los ases soviéticos más exitosos, apenas detrás de los 65 derribos de Rechkalov y 64 derribos de Iván Kozhedub. Pero a diferencia del as ucraniano, Pokryshkin combatió junto a Rechkalov desde el principio de la invasión nazi a la URSS en 1941, cuando la Luftwaffe era superior táctica y técnicamente a la VVS. Este artículo relata las experiencias de Pokryshkin durante el primer año y medio de la Gran Guerra Patria, y como en el proceso se transformó en uno de los mejores ases y el más importante táctico de la Fuerza Aérea Soviética.

 

En mayo de 1941 comenzaron a arribar ejemplares del nuevo caza MiG-3 a varios de los regimientos de caza de la 20ª SAD de la VVS emplazados en la república soviética de Moldavia, incluyendo el 55º IAP. En el caso de este último, la 1ª Eskadrylya fue reequipada con el MiG, mientras que las 2ª y 3ª siguieron operando los viejos I-16 e I-153. Las capacidades del nuevo avión fueron demostradas por el experto piloto de pruebas del NII (Nauchno-Issledovatelskiy Institut = Instituto de Investigación Científica) Podpolkovnik Piotr M. Stefanovskiy. Entre los más entusiastas alumnos de Stefanovskiy en el 55º IAP estaba un oriundo de la ciudad siberiana de Novosibirsk – Aleksandr Ivanovich Pokryshkin.

 

Aleksandr Pokryshkin en 1941, A la izquierda, el MiG-3 “Blanco 5” que volaba en esa época, y con el que consiguió varias de sus primeras victorias. En la primavera de 1942 comenzó a volar el Yak-1.

 

Aconsejado por Stefanovskiy y por uno de los pilotos más veteranos de su regimiento, Anatoliy Sokolov (que había combatido en el Jaljin-Gol en 1939 contra los japoneses y en Carelia contra Finlandia en 1940) Pokryshkin continuamente practicaba en el MiG las maniobras acrobáticas más exigentes para así acostumbrarse a las altas cargas G de los combates aéreos. Eso le granjeó la hostilidad del subjefe regimental, Mayor Zhiznievskiy, quien no era dado a la innovación y hacía tiempo que no volaba. Para suerte suya, el comandante del 55º IAP era el carismático e inteligente Mayor Viktor Petrovich Ivanov, la antítesis de Zhiznievskiy. Sobre el caza del OKB de Artiom Mikoyan y Mijail Gurevich, Pokryshkin pensaba lo siguiente:

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “El caza MiG-3 me agradó enseguida. Podía comparársele con un brioso e irrefrenable corcel: si el jinete era bueno, corría como una flecha; pero el que perdiese el dominio sobre él, podía verse debajo de sus cascos. Los ingenieros aeronáuticos rara vez consiguen dar a su aparato con igual eficacia todas las cualidades técnicas de vuelo y tiro. En cualquier diseño se descubrirán sin falta puntos flacos. Pero en cada caza nuevo de aquellos años veíamos también verdaderos triunfos de la inventiva. Las magníficas cualidades de combate del MiG dijérase que parecían ocultas tras algunos de sus defectos. Los méritos del caza los notaban y veían únicamente los pilotos que procuraban descubrirlos con su ardua labor y aprovecharlos con sensatez.[…]

 

El MiG-3 se sometió a mí con bastante rapidez. Picaba con ligereza, pasaba de los 500 km/h y luego hacía una candela de setecientos metros de altura, cosa excluida para el I-16. Y eso tenía muchísima importancia. Una gran movilidad vertical proporciona altura, y la altura es reserva de velocidad. En suma, que, en el MiG todo correspondía a la designación principal del caza: ¡el ataque!”

 

Pokryshkin señalaba correctamente el punto fuerte del MiG-3: la candela o trepada en vertical, y el picado. Además, por encima de los 7.000 metros el diseño de Mikoyan también era más veloz y giraba más cerrado que su principal oponente el Bf.109. Pero dado que la mayoría de los combates aéreos sobre el frente oriental se efectuaron por debajo de los 5.000 metros, donde el Messerschmitt era más rápido y maniobrero, los MiG rara vez pudieron disfrutar de esa ventaja.

 

Bautismo de Fuego

 

El día tan temido por todos llegó mucho antes de lo anticipado: el domingo 22 de junio la Wehrmacht de Adolf Hitler invadió la URSS. La operación Barbarossa comenzó con la Luftwaffe bombardeando todos los aeródromos cercanos a la frontera, tomando por sorpresa a la VVS en la mayoría de los casos, destruyendo cientos de aviones soviéticos en los aparcamientos de sus propias bases aéreas. En Bieltsy, el aeródromo del 55º IAP, esto no ocurrió porque el precavido Ivanov había dispersado a sus aeronaves, pero el depósito de combustible fue destruido, y el ataque ocurrió cuando ni Ivanov ni el comandante de la 1ª Eskadrylya (Fiódor Atrashkévich) estaban allí. Ello causó mucha confusión y desorganización.

 

Sintoma de esa confusión fue el episodio que ocurrió a continuación: En el aeródromo avanzado de Mayaki Sasha Pokryshkin despegó junto a varios de sus compañeros para interceptar un grupo de bombarderos que pasaba cerca de la improvisada base aérea. Aleksandr eligió al bombardero que iba a la cabeza de la formación como su presa, y lo atacó, impactándolo. Pero tan pronto como terminó de hacer esta primera pasada, vió estrellas rojas en los aparatos, y se dió cuenta que no eran bombarderos alemanes… ¡sino soviéticos! Sin radio para comunicarse con sus numerales, se interpuso entre estos y los aparatos de ataque rusos para evitar que cometieran el mismo error. Su víctima resultó ser un Sujoi Su-2 del 211º BAP – por suerte su piloto resultó ileso, pero el navegante falleció. Pokryshkin se mortificaría hasta el fín de sus días por esta equivocación. Peor aún, estuvo a punto de ser llevado a corte marcial por este incidente de “fuego amigo”. La necesidad de pilotos en el frente obligó a suspender esta corte marcial, primero temporalmente y luego de manera definitiva.

 

Pokryshkin tuvo la oportunidad de redimirse al día siguiente, 23 de junio de 1941, cuando junto con el Serzhant Semiónov fue enviado a realizar un vuelo de reconocimiento sobre el río Prut entre Ungheni y Stefanesti. Cuando casi llegaban a la zona asignada, a 1500 mts de altura, fueron interceptados por un quinteto de Bf.109F (perteneciente al II. Gruppe del JG 3), que se ubicaron detrás de ellos. Como a mediana altura el Friedrich era más veloz que el MiG, los cinco cazas alemanes pronto empezaron a acortar distancias. Aleksandr se dio cuenta que tendrían que combatir, o de lo contrario los alcanzarían y derribarían. Giró hacia ellos, y dando máxima potencia al motor de su MiG-3, realizó un ataque frontal contra los Messerschmitt.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: Debido a la gran velocidad, los Messerschmitts se agrandaban rápidamente. Abrimos fuego casi al mismo tiempo. Las trayectorias de las balas, nítidas y brillantes las mías, rojizas y humeantes las del enemigo, se cruzaron por encima de nosotros y desaparecieron en el aire. En ese instante comprendimos que el ataque frontal no es más que la entrada en combate y que ninguno lo abandonaríamos voluntariamente.

 

Recurriendo a mi método preferido, tiré bruscamente de la palanca, ascendiendo casi en vertical. Había que tomar altura. Una idea me machacaba la mente: "Son cinco. Tres aquí. Dos encima. Semiónov, ¿dónde está Semiónov?" Como en el ascenso yo había quedado tendido de espaldas, mi visibilidad era limitada. No sólo había perdido de vista a Semiónov, sino que tampoco veía al adversario... Perdí velocidad. Incliné el avión sobre el ala derecha. Yo había pensado la maniobra en el momento de iniciar la candela. Estaba seguro de que los Messerschmitts, después del ataque frontal, se apartarían, dando un viraje de combate a la izquierda. Sólo a la izquierda. Nuestros pilotos también habían adquirido esa costumbre y tenían mejor entrenado dicho viraje. Enderecé en la horizontal y vi que los alemanes habían quedado debajo de mí, pegaditos los puntos a su jefe; pero lo principal era que habían quedado por debajo de mí. La abrupta candela, que me nubló la vista, y el viraje a la derecha, inesperado para el enemigo, me dieron ventaja.

 

Los fascistas lo comprendieron, y los tres aguardaron mi ataque. Apunté al de atrás. Cuando lo tuve a distancia ventajosa y no me restaba sino afinar la puntería, una ráfaga de balas pasó rozando el fuselaje de mi aparato. Miré y vi que los dos Messerschmitts que tenía encima se habían colocado a mi cola como un sable blandido para descargar el golpe. Volví a tomar la vertical ascendente. Sólo con esa maniobra podía esquivar el fuego y conservar la ventaja. De nuevo una fuerza inmensa me oprimió contra el asiento y me nubló la vista. Más de algo había de servirme el entrenamiento diario para soportar las sobrecargas, pese a que Zhiznievskiy siempre me recriminaba por estas "piruetas". Yo me regía por los consejos de los avezados pilotos que ya habían combatido: "Cuanto más a menudo soportes las sobrecargas, tanto mejor preparado estarás para los verdaderos pugilatos aéreos".

 

Miré al tablero de los indicadores: la velocidad aún se mantenía bien. Cuando el aparato llegó casi al tope pasado el cual podía entrar en barrena, lo incliné con brusco movimiento sobre el ala. Quise gritar: "¡Ahora vamos a vernos las caras! Habéis temido las sobrecargas y ascendido en ángulo después del ataque. ¡Por eso os veis ahora debajo de mí, malditos cuervos! ¡Ahora soy yo el amo!"

 

Comencé a enfilar el aeroplano para el ataque y vi a Semiónov. Al no haber repetido mis figuras de acrobacia ni la primera ni la segunda vez, se quedó apartado y muy por debajo de mí. Más, ¿por qué su aparato volaba "panza" arriba? ¿Por qué iba dejando un reguero de humo azul? ¡Qué raro! De pronto vi un Messerschmitt detrás de Semiónov. Lo comprendí: le había hecho impacto y repetía el ataque.

 

Perdí de pronto la sensación del peligro. En aquel momento lo principal era acudir en auxilio del compañero... Sin titubear, lancé mi MiG cual meteoro de tres toneladas y media de peso contra el Messer que perseguía a Semiónov. Los dos alemanes que acababan de pasar por mi lado de seguro que interpretaron mi picado como una fuga. Que se lo creyeran. Yo no les prestaba ya atención. Al salir del picado, mi aparato dio un profundo patinazo y me vi por debajo del Messerschmitt pegado a la cola de Semiónov. Tuve tiempo de atacarle por debajo. Una ráfaga, otra... El aparato alemán se encabritó, pero se incendió en el acto, inclinándose, y se desplomó como un pedrusco. ¡Él avión enemigo ardía como una antorcha! Yo no podía apartar la mirada de él. Hasta bajé un poco el morro del mío para ver mejor dónde caería y estallaría. En esos momentos yo había olvidado por completo el peligro.

 

Un breve y seco tableteo interrumpió el curso de mis reflexiones. No sé qué fuerza hizo girar mi aparato sobre su eje longitudinal y quede cabeza abajo. Lo enderecé y vi qué un Messer había pasado como una centella hacia adelante, y el otro me entraba por la espalda para atacar. ¡Era la pareja que yo había dejado! ¡Me había descuidado, y ellos me sorprendieron!

 

Mi aparato había quedado muy malparado. En el ala derecha se veía un gran agujero. Menguaba tanto la fuerza de sustentación, que el aparato tendía constantemente a invertirse. Otro proyectil me había dado en el plano central. […] Esquivaba los golpes y procuraba atacar. Pero el aparato me obedecía mal: tan pronto como tomaba alguna velocidad mayor de la cuenta, tendía a invertirse. No me quedaba más remedio que abandonar el combate. Un profundo picado hasta quedar a ras del suelo, la salida del mismo, una inclinación voluntaria, casi hasta rozar la tierra con un ala, y me vi volando por encima de las copas de los árboles. Cuando veía humo en algún sitio, volaba hacia allá por ver si era el aparato de Semiónov que terminaba de arder.

 

Al aproximarme al aeródromo, me di cuenta de que tenía averiado el sistema hidráulico de apertura el tren de aterrizaje. Hube de abrirlo con el sistena de emergencia. Alabeé para que el tren quedase anclado en los cierres y entré a aterrizar. Por el momento, todo iba bien; mejor incluso de lo que yo esperaba. Sí después de los malos trances pasados, el aparato rodó bien por el campo y se detuvo sumiso, eso quería decir que el final era excelente.Después de rodar hacia el estacionamiento, desconecté el motor y permanecí un rato sin moverme del sitio. Llegué tan cansado que no tenía fuerzas para salir de la cabina.”

 

Ya de vuelta en Mayaki, se encontró Sasha con la buena noticia de que su joven numeral Semiónov había salido indemne del ataque del caza alemán y regresado sin problemas. La primera víctima germana del futuro as fue, casi con seguridad, el  Bf.109F-2 W.Nr. 5689 del II./JG 3 (se desconoce el nombre del piloto), que si bien no se estrelló como pensó Pokryshkin, recibió un muy serio 50% de daños, quedando al borde de ser dado de baja. A su vez, el piloto de Friedrich que impactó al MiG de Pokryshkin en el ala derecha y en las paletas del inyector fue probablemente el Leutnant Horst Büddenhagen, del 5./JG 3, quién reclamó abatir un “I-17” (uno de los muchos nombres que los alemanes dieron al MiG-3 en los primeros meses de la guerra en el frente oriental) ese día en ese área.

 

A pesar de su logro, él segundo día de guerra terminó con un balance muy negativo para el 55º IAP – la escuadrilla de MiG perdió dos pilotos: a Konstantin Mirónov (íntimo amigo de Aleksandr) en un accidente al aterrizar, y al komesk (KOMandir ESKadrilii = comandante de escuadrilla) Atrashkévich, derribado y muerto por la flak germana.

 

Temprano en la mañana 24 de junio Ivanov encargó a Pokryshkin, junto con sus puntos Leonid Dyachenko y Dobnya realizar un vuelo de reconocimiento sobre Pylitsa para confirmar rumores de un asalto aerontransportado alemán. Estos rumores probaron ser infundados, y Sasha decidió hacer una visita al aeródromo de Yassy para ver si podían sorprender algún avión nazi allí. No encontraron ninguna aeronave en tierra, pero si un par de Messerschmitt que venían en dirección contraria desde Stefanesti.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: Al norte de la ciudad [de Yassy] descubrí un par de Messerschmitts que iban más bajo que nuestro grupo en un curso recíproco. Habéndolos dejado pasar por debajo mío, piqué hacia la cola del Me-109 líder, y lo acribillé, derribándolo. Su numeral, perdiendo altura, dió la vuelta en dirección al oeste y comenzó a huir.”

 

Su segunda victoria resultó ser el Bf.109F-2 “Blanco 6+–“ del Obfeldwebel  Erwin Kortlebel ¡un experte del 4./JG 3 con 17 victorias!. La relativa facilidad con la que Sasha derribó a este as alemán puede explicarse por el hecho de que los pilotos germanos iban hacia este, y a esa hora de la mañana tenían el sol de frente, encandilándolos. Kortlebel no vió al MiG-3 de Pokryshkin hasta que este lo transformó en queso guyere a corta distancia, obligándolo a saltar en paracaidas. Se reuniría con sus compañeros de la Udet solo tres días después, cuando las tropas alemanas ocuparon la zona donde se ocultaba.

 

A partir de ese momento las memorias de Pokryshkin se tornan imprecisas con respecto a las fechas de sus victorias. Y desgraciadamente los registros oficiales soviéticos no ayudan tampoco: el 55º IAP cambiaba de aeródromo cada pocos días debido a la fulgurante Blitzkrieg alemana, y muchos documentos fueron destruidos para evitar su captura por parte de las tropas nazis. Entre ellos se cuentan la mayoría de las acreditaciones de derribos por parte de Pokryshkin. Solo a fines de 1941, cuando Ivanov propuso a Pokryshkin para ser condecorado, pudo informar el comandante del 55º IAP cual era el palmarés del as hasta ese momento: doce victorias.

 

 Debe indicarse que los historiadores rusos no se ponen de acuerdo acerca de esta cantidad. Algunos, como Oleg Levchenko, creen que Sasha derribó al menos 15 aviones alemanes en el primer semestre de guerra (el autor de este artículo coincide con esta opinión). Pero otros, como Mijail Bykov, le acredita solo tres victorias. Bykov prefiere limitarse solo a la información que él pudo encontrar en los documentos oficiales supervivientes a nivel divisional – por alguna razón él desconfía de los informes a nivel regimental y prefiere solo confiar en los documentos al nivel división (la 20ª SAD en este caso). Sin embargo, no deja de ser extraño que Bykov ignore la hoja oficial de pedido de condecoración con la Orden Lenina (Orden de Lenin) presentada por Viktor Ivanov, donde se menciona especificamente que, al 22 de diciembre de 1941, Pokryshkin tenía seis victorias personales y seis grupales. Esta hoja de condecoración (y otras) se agrega como Apéndice III al final del artículo.

 

Pero volvamos a las 12 victorias mencionadas por Ivanov. Basándose en las memorias de Pokryshkin el historiador checo Tomas Polak propuso la fecha de ocho de ellas en su libro Stalin’s Falcons de 1999. Además de los dos Messerschmitts el 23 y el 24 de junio, Polak le acredita dos Henschel Hs.126 el 26 de junio, un Bf.109 y un Ju.88 en dos misiones distintas al día siguiente, y un Bf.109 en cada una de las fechas 2 de julio, 22 de julio y 5 de octubre de 1941. Por su parte, como dijimos antes, Mijail Bykov le acredita solo tres victorias oficiales, que curiosamente no coinciden con las de Polak: un “Messer” el mismo 26 de junio (luego de abatir los dos Henschel), un PZL P24 el 3 de julio y otro Hs.126 dos días después. Combinando estas dos listas (Polak y Bykov) y siguiendo las memorias de Sasha, lo que sigue es un intento de hacer un cruce de referencias de sus reclamos y otros eventos en este período con los documentos de la Luftwaffe.

 

El 26 de junio por la mañana el 55º IAP sufrió la pérdida de Dobnya a manos de la antiaérea alemana, quién fue hecho prisionero por las tropas rumanas (sería liberado en 1944). Por la tarde Pokryshkin y cuatro de sus compañeros buscaban columnas de vehículos alemanes para ametrallar, y cuando descendieron a 600 metros de altura, Sasha divisó un Hs.126 volando por encima de ellos.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “A una altura aproximada de 600 metros de pronto divisé contra el claro fondo del cielo por encima nuestro había un avión de reconocimiento y corrección Henschel 126.  Inmediatamente me dí cuenta, que él había estado por debajo nuestro, pero no lo habíamos divisado sobre el fondo oscuro del terreno. Ahora estabamos debajo, y su tripulación no nos había visto. Era necesario aprovechar esto. […] Conociendo la gran maniobrabilidad del Henschel, que le permitía esquivar a un caza más veloz, decidí atacarlo desde abajo, camuflándome en el fondo de la tierra.

 

Pude realizar la maniobra con éxito. La tripulación del avión de reconocimiento enemigo no se dio cuenta del MiG que los atacaba. Cuando estaba a unos 70 metros del Henschel abrí fuego. Las trazadoras se delinearon claramente en el cielo del crepúsculo. Estas traspasaron desde abajo el motor y el fuselaje del corrector. Cerca de mí pasaron unas especies de láminas blancas. ¿Qué es eso? ¿Fragmentos de metal expulsados? Pero entoncés me dí cuenta que eran pedazos de duralumnio arrancados por los proyectiles de la ametralladora BS. El Henschel entró en un pronunciado espiral, y lanzando una larga línea de humo negro, comenzó a caer hacia tierra. […] Decidí seguir la caida del corrector. Esta vez contemplar al Henschel no fue en vano. Casi tocando el suelo este salió de su espiral y, largando humo por la cola, huyó hacia el oeste.

 

¡Ladino, canalla! ¡Intentas huir! ¡No lo lograrás! Arrojé mi MiG en picado para alcanzar al Henschel. Alrededor mío pasan las trazadoras de las ametralladoras antiaéreas enemigas. Desde abajo intentar ayudar a uno de los suyos… […] Alcanzo al Henschel y le envío una ráfaga de mis BS y ShKAS. Pronto veo como choca contra el suelo y, dando tumbos, explota. Pongo a mi MiG en un giro de combate hacia la izquierda para ganar altura. Pero ¿qué es eso? Desde el sudoeste a mi encuentro a una altura de 100 metros llega otro Henschel 126. Evidentemente se dirije hacia los restos del que arde en tierra. Vuela tranquilamente, sin divisar a nuestra pareja.

 

Decidí repetir mi maniobra. También me camuflé con el fondo oscuro del terreno, me acerqué sigilosamente hacia él por su ‘panza’ y le disparé con todas mis armas. El Henschel cayó en barrena. ¡No! ¡No me vas a engañar! ¡El primero ya intentó huir!  No caí en la trampa, y no vas a huir.

 

Enérgicamente pongo al MiG en un picado vertical a toda potencia del motor y intento colocar en mi colimador al Henschel que caía en barrena. Y entonces veo… ¡que la tierra se me viene encima! Tiro el bastón de mando hacia mí y a causa de las enormes fuerzas G para bruscamente salir del picado pierdo el conocimiento… Lo recobro cuando estoy a 15 metros del suelo, y veo que ya conseguí volver al vuelo horizontal. Asciendo haciendo un giro de combate a la derecha, y busco al avión enemigo que ataqué. Lo veo ardiendo en tierra.”

 

Mientras que no hay duda de su primer reclamo -el Henschel Hs.126 W.Nr. 3106 del 5.(H)/21, volado por el Unteroffizier Pantaleon Eberle, quien desapareció en acción- no hay rastros del segundo en la lista de pérdidas alemanas. El propio Sasha reconoce no haberlo visto estrellarse por haber estado ocupado evitando chocar contra el suelo. Es probable que se haya confundio en buena fé, y el avión que vió ardiendo en tierra haya sido el de Eberle, al que había derribado minutos antes.

 

Aún cuando en sus memorias Pokryshkin no menciona más victorias ese día, Bykov le acredita con el derribo de un “Messer”. Si es así, la víctima de Sasha podría ser el Bf.109F-2 W.Nr. 6741 del I./JG 3, quién recibió un 65% de daños y fue dado de baja como chatarra.

 

El 27 de junio también trajo algunos triunfos y muchos sinsabores. Primero alrededor de las 9:30 hs un piloto de I-16 del regimiento (Dubinin) fue derribado por tres Bf.109 durante una misión de reconocimiento – posiblemente  por el Hauptmann Herbert Ihlefeld del I./JG 77, aunque los otros dos pilotos (Leutnant Fritz Geisshardt y el Oberleutnant Reinbracht) también reclamaron derribos de Ishak en ese combate, sin duda reclamos duplicados por el aparato de Dubinin. Luego, durante una misión en que nueve MiG-3 del 55º IAP ametrallaron a una columna de camiones alemanes, el Mayor Viktor Ivanov encontró un Hs.126, y lo incendió con una ráfaga de 12,7 mm. Sin embargo, como el Henschel aún no caía, el joven Serzhant Semiónov (el numeral de Sasha el día 23) quiso darle el golpe de gracia, con la mala suerte que al bajar tanto la velocidad para igualar la del lento avión de corrección artillera, entró en pérdida a baja altura (uno de los pocos vicios del MiG) y se estrelló, matándose. Según Sasha, pocos metros más allá se estrelló el Henschel, pero este derribo no está confirmado por las fuentes alemanas. Mientras los MiG-3 comenzaban ya el regreso a Mayaki, varios Messerschmitt les salieron al paso. Sasha anticipó este movimiento:

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “La columna alemana quedó muy mermada. En la carretera ardían docenas de camiones. Pero nosotros nos enfrascamos demasiado en el ametrallamiento, pues los cazas enemigos podían aparecer de un momento a otro. Antes de dar cada pasada, yo miraba con recelo la nube grande que venía del suroeste. Les sería cómodo atacar desde ella.

 

Allí los teníamos ya. Eran muchos. La situación cambiaba. Había que entrar en combate y replegarse, defendiéndonos... Los contendientes nos dividimos de golpe en varios focos. Sin darme cuenta, me vi solo, dando virajes horizontales entre cuatro Messerschmitts. Las nubes me impedían ascender en la vertical. Al de atrás lo vería de un momento a otro en mi colimador. Doblé el morro del MiG cuanto pude, tiré más para ganar aunque sólo fueran unos centímetros, pero mi aparato, sin poder mantener esa posición, entró en barrena. Salí de la barrena y, tomando velocidad, me metí en una nube.[…] No veía nada. Salí de la nube y pasé por el lado de los cazas enemigos. Volví a ascender y, virando en la vertical, ametrallé desde abajo al Messer más cercano. Echó humo, mejor dicho, una franja blanca. Lo había averiado nada más. ¡Qué pena que yo no llevara ametralladoras en las alas! De haberlas llevado, el Messer habría caído en el acto. ¡A alcanzarlo y rematarlo! Pero ya se me había pegado a la cola otro avión alemán. Un nuevo picado y otra candela. Los restantes Messers se enfriaron y se alejaron.”

 

Irónicamente, aunque Pokryshkin consideró a este caza solo averiado, de hecho sí lo abatió: uno de sus proyectiles de 12,7 mm dio en el radiador del Bf.109F-2 W.Nr. 5719 del Unteroffizier  Ernst Winkler (1./JG 3) e hizo que este comenzara a perder aceite (la franja blanca observada por Aleksandr). Pocos minutos después el motor DB605 del caza se paró, y Winkler debió saltar de su caza.

 

Más tarde ese mismo día los siete restantes MiG-3 interceptaron a un grupo de Ju.88 que se dirigían a bombardear Kishinyev. Pokryashkin y Dyachenko reclamaron derribar un bombardero cada uno, forzando a los restantes a lanzar sus bombas antes de tiempo. Las fuentes alemanas confirman una pérdida en esa incursión – el Junkers Ju.88A-5 “B3+CH” del 1./KG 54, cuya tripulación (incluido el piloto Unteroffizier Karl Betigson) pudo saltar y llegaría a las líneas alemanas luego. Por desgracia los cazas soviéticos fueron a su vez sorprendidos por los Messerschmitt de escolta, y uno de estos averió muy seriamente el MiG de Leonid Dyachenko, quien a duras penas pudo volver a Mayaki con su avión hecho un colador. El desconocido piloto alemán no pudo disfrutar de este éxito, ya que su Bf.109F-1 W.Nr. 5674 (I./JG 3) fue a su vez alcanzado por el numeral de Dyachenko, N.Y. Lukashévich, y debió realizar un aterrizaje de panza, con un 30% de daños.

 

El siguiente encuentro de Sasha con el enemigo tuvo lugar después del mediodía el 2 de julio de 1941 cuando él y otros seis MiG-3 escoltaron una decena de lentos bombarderos SB-2 para atacar puentes sobre el río Prut. El viaje de ida transcurrió sin problemas, y los SB pudieron lanzar sus bombas sin ser molestado. Pero el viaje de regreso estuvo lejos de ser tranquilo.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “Durante el viaje de regreso a casa nos alcanzó un grupo de Messerschmitt. Ellos iban más alto que nosotros y, descendiendo, pronto interceptaron a nuestro grupo. Me adelanté a Sokolov, y balanceando las alas de mi MiG advertí al comandante del grupo acerca de la aparición del enemigo. Con un giro de combate fui al encuentro de los Messerschmitt. Pero por alguna razón nadie me siguió. Mi ataque frontal no fue aceptado por los ocho Me-109. Pasaron de largo y se dirigieron directo hacia los bombarderos. Energicamente dí la vuelta y, dando máxima potencia al motor, me arrojé sobre los ‘Messer’. Una pareja de Me-109, separándose de su grupo, enfiló hacia un SB rezagado, el cual por lo visto había sido dañado por la antiaérea sobre Beltsy. Corrí en su ayuda. El líder de la pareja abrió fuego. Con un retraso de algunos segundos yo también le envié una ráfaga. El Messerschmitt se desplomó sobre su ala, entró en picado y explotó al estrellarse contra el suelo. Nuestro bombardero iba en abrupto descenso, dejando una estela de humo negro.

 

‘¡Derribado! ¡Fallé en ayudarlo!’ – pensé, y decidí escoltar al dañado SB hasta que este realizara el aterrizaje de emergencia. A una altura de 300 metros el bombardero estalló en llamas e inmediatamente alrededor del avión aparecieron tres paracaidas. Me alegré de que toda la tripulación estuviera viva.”

 

De nuevo las fuentes alemanas confirman la victoria de Pokryshkin: esta vez su presa fue el Bf.109F-2 W.Nr. 8249 del III./JG 3. Sin embargo los registros de pérdidas de la Luftwaffe no confirman ni su reclamo del día siguiente (un PZL P24) ni tampoco el de tres días después (otro Henschel Hs.126).

 

El 15 de julio Sasha y Lukashévich proporcionaron escolta a Valentin Figuichev en una misión de reconocimiento sobre Yassy. Cuando ya habían cumplido su objetivo, el MiG de Pokryshkin fue alcanzado por la antiaérea alemana, y él debió realizar un aterrizaje de panza sobre territorio ya ocupado por tropas nazis. Fue la primera vez en que Aleksandr pasó por la amarga experiencia de ser abatido, y por desgracia no la última. Con la ayuda de algunos campesinos moldavos pudo finalmente alcanzar las líneas soviéticas tres días más tarde. Los médicos del regimiento le recomendaron unos días de descanso y tratamiento para recuperarse del mal trance.

 

Fue en ese momento de inactividad forzada, cuando Pokryshkin comenzó a desarrollar la costumbre de analizar las tácticas utilizadas, junto con los aciertos y errores propios, y a anotarlos en su pequeña libreta. Algunas de las conclusiones a las que llegó en ese momento eran:

 

- Lo inadecuado de volar en zveno de tres aparatos o troyka. Esta formación era poco flexible y en ocasiones causaba o bien colisiones entre aparatos de la formación (durane giros a la derecha en formación de escalón a la derecha), o bien que uno de los dos numerales quedara separado del grupo (en giros a ala izquierda en formación de escalón a la derecha), y se transformara en fácil presa de los Messerschmitt germanos. Era preferible volar en grupos de dos o cuatro aparatos.

 

- Para escoltar a los lentos bombarderos Su-2 y Tupolev SB, los veloces MiG se veían obligados a volar lento y bajo, quedando en inferioridad contra los Bf.109. Sasha comenzó a pensar entonces que la solución podía ser que dos aviones (o dos parejas de aviones) volaran sobre los bombarderos separandose y volviendose a cruzar, conservando así velocidad pero sin adelantarse a los aviones que debían proteger. A este patrón de vuelo lo llamó nozhnitsy (“tijeras”).

 

- En lo personal autocriticó su tendencia (durante sus primeros combates) a quedarse mirando como sus presas se incendiaban y caían, dando así la oportunidad a los experimentados pilotos de Bf.109 de atacarlo y casi derribarlo. Aprendió así que debía estar siempre alerta, y dejar que sus victorias las confirmaran otros pilotos u observadores en tierra.

 

Pero el respiro para analizar combates no duró mucho. El 22 de julio volvió a servicio, cuando él, junto con otros tres MiG-3 y dos I-16 escoltaron a nueve Su-2 del 211º BAP, que pudieron atacar los puentes de pontones alemanes sobre el Dniester. Uno de los Sujoi fue abatido por la flak, y cuando los bombarderos soviéticos comenzaban a retirarse, aparecieron ocho Bf.109 de la JG 77. Para aumentar las dificultades, los Su-2 se separaron en dos grupos, obligando a los cazas de escolta a hacer lo mismo, y haciéndo más dificil la tarea de protegerlos. A pesar de todo eso, Sasha volvió a distinguirse:

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “Me acordé de la patrulla de Su-2 que viró hacia el Este y resolví volar en aquella dirección. Pero delante, a la derecha, vi cuatro aeroplanos: eran dos Messerschmitts que perseguían a dos bombarderos nuestros. Llegamos al lado mismo de ellos, y no advirtieron nuestra presencia. Por lo visto, los aviadores de caza de todo el mundo son iguales en este aspecto: cuando persiguen a una víctima casi indefensa, miran sólo adelante. El ardor de la pelea les priva del sentido de la prudencia.

 

Me coloqué detrás del punto de la pareja alemana y lo derribé de la primera ráfaga. Cayó envuelto en llamas. A continuación capté en el retículo del colimador al que encabezara la pareja, que seguía sin advertirme, puestos los cinco sentidos en alcanzar al bombardero. Las ígneas líneas de él y mías refulgieron simultáneamente como relámpagos. El Messer, aunque yo le había atinado, tuvo tiempo de virar bruscamente a la izquierda, con elevación, y escapar de mi colimador. Lukashévich y Dyachenko lo siguieron. Hiciera lo que hiciese, no se escaparía. Yo tenía que encontrar la otra patrulla de Su-2...”

 

El Su-2 en cuya ayuda corrió Pokryshkin fue averiado, pero pudo regresar a su casa. No fue el caso del Bf.109F-2 que lo había atacado – su piloto, Hauptmann Reinhard Heidrych (II./JG 77) tuvo que saltar de su avión en llamas. La Luftwaffe acredita esta pérdida a la antiaérea soviética.

 

A pesar de que para septiembre Pokryshkin ya era un experimentado y endurecido veterano, esto no lo salvó de conocer el sabor de la derrota a manos de los hábiles pilotos de Bf.109. El 5 de octubre de 1941, durante un vuelo de reconocimiento en la zona de Pologi-Orejov y Bolshoy Tokmak, en Ucrania, Sasha y su numeral Stepan Komlyev fueron sorprendidos por un grupo de Messerschmitt, y ambos fueron derribados – Komlyev desapareció en acción (con seguridad fue derribado y muerto) y Aleksandr debió realizar un aterrizaje de emergencia con su MiG (él afirma haber derribado a uno de sus atacantes antes de hacer su aterrizaje de panza, pero los registros alemanes no muestran ninguna pérdida ese día en ese lugar). A pesar de muchas peripecias sufridas con un grupo de soldados soviéticos que intentaron ayudarlo remolcando el acribillado avión con un camión, finalmente no le quedó más alternativa que destruirlo para evitar su captura como trofeo por las tropas nazis. Tras una odisea de casi una semana, Aleksandr pudo regresar a su unidad.

 

Yak contra Messer

 

En la primavera de 1942 una de las escuadrillas del 55º IAP -ya galardonado con el título de Guardias y renumerado 16º GIAP- fue dotada con los Yak-1. Con una vasta experiencia y 12 victorias aéreas en el MiG-3 (posiblemente 14) no le fue dificil a Sasha aprender a volar el ágil y veloz caza de Yakovlev.

 

Por la misma época, más exactamente el 4 de mayo, el piloto croata Natporucnik (1º Teniente) Nikola Vucina del 15.(Kroat)/JG 52 desertó de la Luftwaffe con su Bf.109E-7, y aterrizó en un aeródromo soviético del sur de Ucrania. Pokryshkin fue elegido para pilotarlo y ver su capacidad de maniobra, y estas fueron las conclusiones que él sacó al comparar el Bf.109E-7 con su Yak-1:

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “Al día siguiente probé el Messerschmitt en vuelo de acrobacia de alta escuela. Un aviador necesita poco tiempo para valorar un aeroplano si este aparato hace ligero la candela, si se embala rápidamente durante los picados y si el mismo piloto, desde otro aparato, lo ha alcanzado en combate cuando aquél daba un viraje pero, al propio tiempo, ha visto los agujeros que dejan en sus planos los proyectiles de los cañones emplazados en él. Volví a comparar el Messerschmitt con nuestro Yak-1 y llegué de nuevo a la conclusión de que los dos aparatos tenían mucho de comparable.”

 

Al comenzar la Operación Blau a fines de junio de 1942 (la ofensiva alemana destinada a tomar los pozos petrolìferos del Cáucaso y Stalingrado), una de las misiones del 16º GIAP fue escoltar a los aviones de ataque Su-2 e IL-2 en un intento de destruir los puentes de pontones sobre el río Donets. Estas misiones causaron mucha tensión entre los veteranos como Pokryshkin, y los pilotos novatos.

 

Uno de los primeros Yak-1. Pokryshkin lo consideraba un igual al Bf.109E y F, sobre todo despues de probar en vuelo el Bf.109E-7 con el que el piloto croata Nikola Vucina se pasó al bando soviético el 4 de mayo de 1942.

 

Los pilotos del 16º GIAP solán coordinar esfuerzos con sus camaradas del 45º IAP, que servía en la misma división de cazas (la 216ª). Aquí vemos a Grigoriy Rechkalov (16º GIAP) y Dmitriy Borisovich Glinka (45º IAP) repasando una mision de combate al lado de un Yak-1. Dmitriy Glinka tenía para ese momento seis victorias volando el Yak-1, y el 13 de julio de 1942 se anotó su séptima – el Heinkel He.111H-6 W.Nr. 7493 del Hauptmann Hermann Kühl, comandante del III.KG 4 y galardonado con la Ritterkreuz.

 

En varias ocasiones estos, que debían desde arriba cubrir a la pareja de Pokryshkin y Berezhnoi (que eran la escolta cercana de los Il-2), fallaron en cumplir su misión, y a duras penas el futuro tres veces Héroe de la Unión Soviética y su numeral pudieron defender a los Shturmovik. En ambas ocasiones, al regresar a su aeródromo Pokryshkin tuvo con los culpables una dura charla y amenazó con castigarlos si volvían a demostrar tal cobardía en combate. Dos de ellos (Arkadiy Fiodorov y Nikolay Naumenko) se redimirían en el futuro, y con honores, porque llegarían a ser ases.

 

Uno de tales incidentes ocurrió el 9 de julio. Los adversarios de los Yak-1 de Pokryshkin y Berezhnói ese día fueron, ironicamente, los antiguos camaradas de Nikola Vucina – pilotos del 15.(Kroat)/JG 52. El “Messer” al que Sasha acribilló a muy corta distancia fue el Bf.109G-2 W.Nr. 13421, y su desconocido piloto croata debió saltar al incendiarse su aparato. Las fuentes alemanas (como siempre) acreditan esta pérdida a la antiaérea. Hacen lo mismo con el Bf.109F-4 W.Nr. 13303 del I./JG 53 Pik As, acribillado por Grigoriy Andreyevich Rechkalov sobre la misma zona un poco más tarde ese mismo día – dicen que este Messerschmitt sufrió un 50% de daños por “avería del motor”. Claro, olvidan decir que la causa de la “avería” fueron los proyectiles de 20 y 12.7 mm disparados por el Yak-1 de Rechkalov.

 

 

Otros famosos ases del 16º GIAP se anotaron victorias con el Yak-1 en el verano de 1942. Por ejemplo a Grigoriy Andreyevich Rechkalov (izquierda) se le acreditaron seis derribos con el Yak, de los cuales tres pueden confirmarse – un Fw.189A-1 del 5.(H)/12 el 2.07.1942, un Bf.109F-4 del I./JG 53 el 9.07.1942 y otro ‘Friedrich’ del 3./JG 52 al día siguiente. Nikolay M. Iskrin (derecha) fue acreditado con dos aviones enemigos destruidos con el Yak-1, y el segundo fue muy importante: el Ju.88A-4 del as de bombardeo Helmut Klischat, galardonado con la Ritterkreuz (2./KG 51), derribado y muerto por Iskrin el 12 de julio de 1942.

 

Además de escoltar a los Sujoi y Shturmoviks, el regimiento también interceptó a los bombarderos y aviones de ataque al suelo alemanes. Pese a las fuertes pérdidas y al cansancio, el 16º GIAP hizo pagar a la Luftflotte 4 un alto precio. Uno de los éxitos más destacados de la unidad por esos días ocurrió el 12 de julio, cuando Nikolay Mijailovich Iskrin obtuvo su tercera victoria sobre Millerovo – el Junkers Ju.88A-4 W.Nr. 6635 del Oberleutnant Helmut Klischat (2./KG 51), quién era un experimentado as de bombardeo con cientos de misiones y un galardonado con la Ritterkreuz. Klischat murió junto con toda su tripulación.

 

Duelos de Titanes

 

El más duro de los combates de Pokryshkin ese verano aún estaba por llegar. El 17 de julio de 1942 despegó en su Yak-1 junto a Valentin Figuichov para escoltar dieciocho Il-2, y en un momento del combate quedó totalmente solo contra dos Messerschmitts. Reproduzco aquí su relato de este combate.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: "Acompañábamos a dieciocho aeroplanos de asalto IL. Mi punto y yo los cubríamos de cerca. De nuevo éramos dos en lugar de cuatro, pues Komosa y su punto no despegaron. Las dos parejas que conducía Figuichov volaban por encima de nosotros con carga de bombas. Cuando los aviones IL acabaron el asalto, los inmovilizadores descendieron también del "piso" superior para arrojar las bombas. En ese momento, el más desventajoso para nosotros, aparecieron los Messerschmitts. Una pareja de cazas enemigos se lanzó contra los MiG que picaban sobre el objetivo, y otra, contra los aviones de asalto Ilyushin. Mi punto y yo nos separamos. El fue en auxilio de nuestros "gavilanes"; yo determiné cubrir a los de asalto.

 

Los Messers estaban muy cerca de mí. Esquivando mis ataques, tomaron altura. Decidí perseguirlos. Como siempre, los Messerschmitt se retiraban hacia el lado del sol. Al principio yo veía bien sus siluetas, pero momentos después noté que me quedaba en seguida rezagado. Eso me extrañó: el Yak-1 no tenía menos velocidad que el Me-109. No tardé en adivinar que contendía con cazas del nuevo tipo Me-109F. [En realidad sabemos hoy que contendía con los nuevos Bf.109G - autor]

 

Miré abajo. Los nuestros ya no estaban allí. Por tanto, me había quedado a solas con dos temibles rivales. Además, ellos se hallaban en la parte del sol y tenían ventaja de altura. Al comprender lo difícil de mi situación, incline mi aparato sobre un ala para retomar hacia los míos. Pero no era tan fácil dejar atrás a los Me-109F que pendían encima de mí. Me alcanzaban con celeridad. No podía ni pensar en ayuda de ninguna clase. Sólo podía confiar en mis propias fuerzas. Viré de cara a los Messers y determiné mostrarles que no me disponía a huir y estaba presto a pelear. Pero ellos no aceptaron el ataque frontal, tomaron altura y volvieron a pender encima de mí como una espada blandida.

 

¿Qué hacer? Ellos contaban con la ventaja de la altura y de la velocidad. A mis pies, tierra ocupada por él enemigo. El combustible escasamente me alcanzaba para llegar al aeródromo. Si se me acababa, si yo fallaba el cálculo en algo, los fascistas me acribillarían como a un simple blanco de tiro. No me quedaba otro recurso que poner en juego la astucia.

 

Antes aún de que se me ocurriera nada, viré a oriente y metí motor, exprimiendo de mi Yak toda la velocidad que podía dar. Los Messerschmitts se lanzaron en pos de mí como dos flechas disparadas con la cuerda del arco a máxima tensión. Se encontraban ya a la distancia de fuego de puntería. Yo piqué bruscamente. Del vertiginoso descenso, el aparato vibró, y los oídos me dolieron como perforados. Los Messerschmitts, que se quedaron rezagados, volvieron a alcanzarme. Los sentía ya a mis espaldas. Sabía que el jefe de la pareja abriría fuego de un momento a otro. En esos instantes recordé la maniobra que pulí durante los vuelos en el Messerschmitt. Si me fallaba la "voltereta", lo pagaría con la vida.

 

Hice bruscamente una candela. La sobrecarga me nubló la vista. En el punto superior tomé la horizontal, virando sobre el ala. En eso ocurrió precisamente lo que había calculado. Adelantándome, un Messerschmitt quedó a unos cincuenta metros delante de mí y en medio del retículo de mi colimador. Disparé a quemarropa una ráfaga larga de cañón y ametralladoras. El Messer pareció quedar colgado un instante en el retículo del visor y luego, invirtiéndose, se desplomó. Por mi lado pasó, casi rozándome, su punto. Yo me lancé en pos suyo, pero se veía que él no tenía ganas de pelea. Eso a mí también me convenía. Seguí con la mirada al Me-109F derribado hasta que estalló contra el suelo, me metí en las nubes y tomé rumbo al este, al aeródromo.

 

Me preocupaba la escasa bencina que me quedaba. Si Figuichov no había ajustado las cuentas a la otra pareja de Messers que emprendiera la persecución de los aviones de asalto, yo podía toparme con ella en su camino de regreso.

 

El rechinar de balas en el revestimiento de mi aeroplano me despejó en el acto la cabeza. Con movimiento rápido y casi maquinal de la palanca y los pedales hice un "tonel" descendente. Yo había entrenado también hacía tiempo, en el invierno, esta figura. No sé por qué me vino precisamente en aquel instante a la imaginación. Quizá tuviera latente de continuo la presteza a ejecutarla, pero no se me había presentado antes ocasión propicia. El objeto de esta maniobra es frenar el avión para dejar que los atacantes pasen adelante. Los dos Messerschmitts me adelantaron por encima. Encabrité mi Yak y disparé una larga ráfaga contra el guía. Los dos aparatos contrarios tomaron bruscamente altura. Basta ya de tentar a la fortuna. Dirigí el perforado Yak a las nubes y, mirando en derredor, volé raudo al aeródromo. Llegué al fin al tranquilo lugar de estacionamiento. Me quité el audífono y vi uno de los auriculares arañado por una bala. La muerte había pasado a un centímetro de mí."

 

Este combate es muy interesante, porque a instancias de Christer Bergstrom, ahora sabemos quienes fueron los pilotos que Aleksandr Pokryshkin derribó. El primero de ellos fue el Unteroffizier Kurt Keiser, al que Pokryshkin vió estrellarse, ya muerto, en la cabina de su Bf.109G-2 W.Nr. 13488 (7./JG 52). El segundo fue el Feldwebel Hans Dammers, de la misma unidad. No debe sorprendernos que haya alcanzado a sorprender a Pokryshkin y dañado su Yak-1, ya que era en ese momento un experte con 50 victorias (y que sería acreditado con 63 más para alcanzar un total de 113 victorias, antes de ser derribado por un La-5 el 13 de marzo de 1944 y morir al fallar su paracaídas), que creyó que Pokryshkin sería una fácil presa Nº 51. Ese día sin duda se encontró con la horma de su zapato, ya que Aleksandr Pokryshkin pudo reaccionar a tiempo, obligó al as teutón a sobrepasarlo con su tonel descendente, y entonces acribilló su Bf.109G-2 W.Nr. 13435 a corta distancia. Aunque Sasha no lo supo en ese momento (creyó solo dañarlo), el avión de Dammers también había quedado herido de muerte – el experte debió saltar antes de poder llegar a su aeródromo. Esta vez a la Luftwaffe no le quedo más remedio que aceptar estas pérdidas, incluida la derrota de uno de sus Halte Asse.

 

 

El Feldwebel Hans Dammers (izquierda) del 7./JG 52 es galardonado con la Ritterkreuz el 23 de agosto de 1942 por sus 113 victorias. Unos meses antes, el 17 de julio de 1942, Dammers averió el Yak-1 de Aleksandr Pokryshkin, pero este invirtió los roles y acribilló su Bf.109G-2 W.Nr. 13435 a quemarropa. Pocos minutos después Dammers se vió obligado a saltar de su avión. No tuvo mejor suerte el jefe del 15.(Kroat)/JG 52 Potpukovnik Franjo Dzal (16 victorias, a la derecha) – el 28 de julio de 1942 también cayó bajo los proyectiles de cañon y ametralladoras de Pokryshkin.

 

Dammers no fue el único as del Eje que sería derrotado por Sasha durante la dura batalla por el cruce de los ríos Don y Manych, en la cual del 1º Panzerarmee del Generalfeldmarschall Von Kleist consiguió finalmente cruzar y penetrar en tromba en el norte del Cáucaso. La VVS intentó desesperadamente evitarlo, pero las pérdidas sufridas habían sido elevadas, y los reemplazos eran pilotos novatos. Y sería la misión de los veteranos como Aleksandr Ivanovich guiarlos y cuidarlos en su bautismo de fuego. Eso lo pudo en rumbo de colisión directo contra otro de los mejores pilotos de la JG 52 en la zona:

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “Sobre el blanco, en un macizo forestal al sur del Krasnyy Liman, los IL-2 lanzaron la mezcla incendiaria KS sobre la concentración de tanques, y picaron sobre ellos disparándoles con sus cañones. En ese momento se arrojaron sobre nosotros seis Messerschmitt. El líder del grupo de Ilyushins, habiendo visto al enemigo en el aire, aumentó la velocidad de salida lejos del blanco. El orden de la formación de los diez Shturmovik se desperdigó, lo cual hizo más dificil nuestra oportunidad de proteger todo el grupo.

 

Nuestra pareja corría de un lado para el otro, evitando con una barrera de trazadoras los ataques de los Messerschmitt. Utilizando el método de ‘nozhnitsy’ [‘tijeras’ - autor] al mismo tiempo rechazábamos los golpes contra nuestros Yak.

 

El adversario fue persistente. Impetuosamente atacaba a los Shturmovik y nosotros con Naumenko poco a poco comenzamos a perder el orden de combate. Entonces no podríamos no solo salvar a los IL-2, sino tampoco a nosotros mismos – nos derribarían como a perdices. Era necesario encontrar una salida, abrirse paso fuera del combate. Para esto había que derribar el líder del grupo enemigo.

 

Una vez que determiné cual de los seis era el líder, sin prestar atención a las trazadoras enemigas, me arrojé sobre el líder. Este se estaba colocando detrás de uno de los Shturmovik. Concentrado en el ataque, el alemán no se dio cuenta que lo encañonaban. Abriendo fuego a quemarropa hacia el motor y la cabina derribé al líder, y luego me escabullí lejos de las trazadoras de los otros Messerschmitt, que se lanzaban para atajarme. El grupo enemigo quedó estupefacto. Los ataques perdieron intensidad, y rápidamente los cazas del oponente se retiraron del campo de batalla.”

 

Analizando otras circunstancias de este período mencionadas en las memorías de Pokryshkin, es posible estimar que este combate ocurrió el 20 de julio de 1942. Y eso explica porque los Messerchmitt se retiraron tan pronto como Pokryshkin derribó y mató al líder alemán – porque este era el Leutnant Fritz Brückmann, un experte del 9./JG 52 con 30 derribos hasta ese momento. Queda claro que Brückmann murió al instante cuando el fuego de cañon y ametralladoras de Pokryshkin impactó en la cabina de su Bf.109G-2 W.Nr. 13476, el cual se precipitó a tierra.

 

Y Brückmann no fue el último experte que Sasha derribaría ese mes. El 28 de julio el Kapitan Pokryshkin guió a inexpertos pilotos de otro regimiento de la 216ª IAD (el 45º IAP) contra los puntos de cruce de la 3ª Panzerdivision sobre el Manych.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “Nos dirigimos hacia el Manych, donde el enemigo había cruzado en el área de Vesiolyy. Los pilotos más jóvenes se mantuvieron pegados a mí, a pesar de mis instrucciones de hacer lo contrario, volando imprecisa y desordenadamente en la formación. Todos permanecieron volando a la misma altura.

 

Cuando estábamos dando la vuelta desde el Manych luego de nuestro ataque a baja altura, un grupo de cuatro Messerschmitt cargaron contra nosotros desde atrás. Dí a mis hombres la orden de atacar, y giré para enfrentar al enemigo. Pero en vez de seguirme, mis pilotos cerraron filas y se dirigieron a casa a toda velocidad. Los Messerschmitt fueron tras ellos sin siquiera prestarme atención. Tiré del gatillo, disparando al enemigo a bocajarro y derribé a uno de ellos. Los tres restantes se lanzaron contra mí, y a duras penas logré eludir sus ataques. Ni siquiera entre los pilotos más jóvenes de mi regimiento había visto yo semejante huída organizada.”

 

Sus oponentes ese día fueron nuevamente sus viejos conocidos los croatas del 15.(Kroat)/JG 52. En los días anteriores estos, junto con el I./JG 52, se habían enzarzado con formaciones de aviadores soviéticos novatos, y su jefe, el Potpukovnik Franjo Dzal, había derribado a varios – tenía 16 victorias en su haber en ese momento. Viendo que la mayoría de sus adversarios ese día también estaban “verdes”, Franjo Dzal quiso repetir sus éxitos. Pero esto lo hizo subestimar al piloto del único Yak-1 que aceptó pelear, y Sasha Pokryshkin le hizo pagar ese exceso de confianza – una sola ráfaga de 20 mm y 12.7 mm a quemarropa bastó para que Dzal resultara herido y tuviera que saltar de su Bf.109G-2 W.Nr. 13436 en llamas. Pokryshkin había demostrado claramente en tres ocasiones que podía medirse de igual a igual con cualquier as del Eje, y salir victorioso de esos Duelos de Titanes.

 

Defendiendo el Cáucaso

 

Durante la última semana de julio el 16º GIAP sufrió la descorazonadora experiencia de tener que ir cambiando de aeródromo cada pocos días, siempre en retirada hacia el sur, hacia el Cáucaso. Uno de estos aeródromos fue el de Kropotkin, al que llegaron el 1º de agosto de 1942. No habìan terminado de llegar, cuando la ciudad se vió bajo el ataque de los Ju.88 germanos.

 

Aleksandr I. Pokryshkin: “Este día nos trasladábamos más al sur aún, desde donde se veían ya los montes del Cáucaso. Creyérase que el Frente estaba ya tan lejos de nosotros que podríamos tener tranquilidad, al menos, de noche. Pero no pudimos descansar. Tan pronto como aterrizamos, y metimos los aeroplanos en las taponeras, se divisó en el cielo una escuadrilla de Junkers.

 

Cerca de nuestro aeródromo tenía el suyo un regimiento de cazas de la PVO. Podíamos confiar en la ayuda de nuestros vecinos. Y la necesitábamos mucho pues nos quedaba poco combustible, y las municiones casi las habíamos agotado también durante el asalto. Pero no es de soldados de la Guardia esconderse en lugar seguro cuando los bombarderos enemigos vuelan hacia una ciudad.

 

Nuestra aparición en el aire fue una sorpresa para los alemanes. Estaban acostumbrados a campar allí impunemente por sus respetos. Dispersamos al enemigo, atacándolo con intrepidez, y lo obligamos a arrojar las bombas de cualquier manera. Volvimos al aeródromo sin proyectiles y con las últimas gotas de combustible. El jefe del regimiento, que vino en una camioneta con la plana mayor, aprobó el que hubiésemos obrado por nuestra cuenta.”

 

Ni Pokryshkin ni ninguno de sus compañeros reclamaron victorias en ese combate, solo afirmaron que obligaron a los Junkers a arrojar sus bombas antes de llegar al blanco. En realidad, habían hecho bastante más que eso, ya que la propia Luftwaffe reconoce que ese día sobre Kropotkin perdió dos bombarderos a manos de cazas soviéticos. Parece claro entonces que Sasha descargó toda su munición sobre uno de estos Junkers (quizás el Ju.88A-4 W.Nr. 144092, del III./LG 1) y lo dañó en tal grado, que su piloto el Oberfeldwebel Helmut Grubert acabó perdiendo el control sobre las líneas germanas y estrellándose, muriendo todos los cuatro tripulantes de su aparato. El otro bombardero, el Ju.88A-4 W.Nr. 5055 (3./KG 51), sufrió idéntica suerte al ser atacado por Arkadiy Vasilyevich Fiódorov – toda su tripulación, incluido el piloto Unteroffizier Hans Kühl, está listada en las fuentes alemanas como desaparecida en acción.

 

Aleksandr Pokryshkin inspecciona los restos de un Fw.189 abatido

por pilotos de su regimiento en el invierno de 1943-44.

 

Pokryshkin y sus compañeros sabían que ese éxito tenía un precio: ahora los alemanes sabían que había cazas soviéticos en el aeródromo de la ciudad, y por lo tanto ellos serían el siguiente blanco de la Luftwaffe. Y contraviniendo las órdenes del nuevo comandante del regimiento Nikolay Vasilyevich Isayev, decidió prepararse para darles una cálida bienvenida. El propio Pokryshkin recuerda en que circunstancias:

 

Aleksandr I. Pokryshkin: Cuando conversamos junto a los camiones, se acercó a nosotros un viejo pastor y empezó a observarnos, lleno de curiosidad. Alguien le preguntó en desabrido tono castrense qué quería. El viejo se ajetreó, al recordar que había dejado el rebaño solo, pero no se dio prisa en marcharse. Al fin se atrevió a preguntar, quitándose el sombrero de paja de la canosa cabeza:

 

— Hijos míos, ¿entonces van a poner coto en el cielo a los alemanes?

 

Nos llegó a nosotros la vez de mirarlo a él con curiosidad.

 

— Abuelo, ¿es que vuelan por aquí a menudo? —le interrogué.

 

— Pues claro. Esos malditos no nos dejan ni a sol ni a sombra. Todas las mañanas tiran bombas y queman nuestra ciudad.

 

— ¿Todas las mañanas?

 

— Sin dejar una, hijo mío, vuelan y vuelan.

 

Si el pastor hubiese sido una persona observadora, se habría dado cuenta, por nuestra pinta y por el número de aeroplanos que había en el aeródromo, de lo cansados que estábamos y de las pocas fuerzas que teníamos para "poner coto”. Pero era viejo para comprenderlo por sí solo, y nosotros no teníamos por que sinceramos con un pastor y defraudar sus esperanzas en la tranquilidad.

 

— ¡Está bien, abuelo, les quitaremos esa costumbrita! —le dijo Fiódorov, respondiendo por todos.

 

— ¡Si lo hicierais, queridos míos, si lo hicierais! Darles un escarmiento. ¡Porque mirad hasta dónde han llegado los asesinos!

 

El viejo se puso el sombrero y se fue con paso presuroso bacía el rebaño. Nosotros lo miramos alejarse en silencio. De la chabola del puesto de mando salió el comandante Isayev.

 

— ¿De qué habláis? —preguntó.

 

— El viejo dice que los alemanes vuelan todos los días sobre la ciudad —repuse yo—. No estaría mal elevarnos por la mañana y salirles al paso.

 

— Eso no es asunto nuestro. Para eso están los cazas de la PVO. Ellos sabrán mejor dónde y quién ha de salirles al paso. Nosotros tenemos bastante con la faena en el Frente.

 

 Por las caras de los muchachos comprendí que no compartían la opinión de su presuntuoso jefe. Si dejábamos a los fascistas volar todos los días sobre la pequeña ciudad, tampoco tendríamos nosotros sosiego.

 

Cuando, pasado un rato, fuimos al comedor a cenar, dije por lo bajo a los muchachos de mi escuadrilla: "Hoy pasaremos la noche en el aeródromo". Decidí dejar toda la noche a los pilotos junto a los aparatos. Primero, porque no estaríamos sujetos a la camioneta que nos traía al aeródromo. Y segundo, porque si veníamos con Isayev, él no nos permitiría elevarnos para interceptar a los Junkers. Todos los pilotos accedieron. Les había entusiasmado también la idea de atacar de repente a los bombarderos enemigos.

 

Dormimos en la arboleda. Poco antes de amanecer, los desperté a todos. Decidimos quedarnos dos de guardia, y los otros tres dormirían bajo las alas de sus aviones.

 

Amaneció. Se cansaba uno de estar sentado en la cabina, pues dolía la espalda. Salí del aparato y, sin quitarme el paracaídas, me tendí en el ala.

 

— ¡Ya vienen! —gritó de pronto Chuváshkin.

 

Me introduje de un salto en la cabina, puse el motor en marcha y conduje el aparato a la línea de salida. Detrás de mí despegaron Berezhnói, Fiódorov, Verbitski y Naúmenko.

 

Ya en el aire vi que nueve Ju-88, acompañados por diez Me-110, llevaban rumbo al aeródromo de la PVO y a la ciudad. Tras la primera escuadrilla de cazas iban otros quince Me-110. Al ver despegar a nuestros Yaks, estos quince cazas fascistas viraron hacia nuestro aeródromo. Atacamos sobre la marcha a los bombarderos enemigos, ya que eran los que más cerca estaban de su objetivo.

 

Sin reparar en la superioridad del enemigo, mis pilotos no dudaban en exponer la vida. En el suelo estallaban las bombas arrojadas sin orden ni concierto por los fascistas y los aeroplanos alemanes derribados. La sorpresa y la audacia de los ataques nos dieron el éxito. No dejamos pasar a los Junkers a la ciudad y los perseguimos mientras tuvimos municiones.

 

Fiódorov y su patrulla hicieron frente al segundo grupo de quince cazas enemigos en los accesos a nuestro aeródromo. Varios Messers lograron abrirse paso al objetivo, pero sus bombas cayeron en las caponeras vacías. Además, no pudieron dar pasadas de asalto, pues se lo impidieron nuestros cazas.

 

En ese combate derribamos cinco aviones enemigos. Nuestras pérdidas se redujeron a un aparato averiado que se quedó en tierra y fue "desguazado" por una onda explosiva.

 

Tan pronto como retornamos al aeródromo y dejamos los aparatos en sus caponeras, al puesto de mando llegaron, uno tras otro, dos automóviles. Conocimos en seguida el todoterreno del jefe del regimiento. Pero en el coche junto a él, ¿quién habría venido? "Vaya revuelo que hemos armado", pensé. "La bronca que me va a echar Isayev por obrar a mi antojo".

 

Delante del puesto de mando nos esperaban el general Shevchénko, jefe de la división, el comisario Máchnyev y el comandante Isayev. Resultaba que el jefe de la división había venido a reprender a alguien porque el regimiento no se había elevado al encuentro de los Junkers. Había tomado a los Yaks que evolucionaban en el aire por los de la PVO. Y al ver en el aeródromo los embudos de las bombas, el general empezó a gritarle a Isayev:

 

— ¿Es que ha venido usted aquí a aguardar sentado?!!

 

Mi escuadrilla formó delante del mando. Yo di al jefe del regimiento las novedades del vuelo realizado y de los aviones derribados.

 

— ¡Pero si han sido los míos quienes se batían, camarada general! —exclamó, contento, Isayev—. Los míos, y no los del regimiento de la PVO. Esos ni han despegado.

 

Poco después, el general Vershínin, jefe del ejército aéreo, telefoneó al aeródromo. Mandó presentar para condecoraciones a todos los que se habían distinguido en este servicio.”

 

Parece quedar claro hoy que Pokryshkin y sus compañeros no abatieron cinco aviones enemigos en ese combate, pero de todos modos las pérdidas que infringieron ese 2 de agosto de 1942 al Fliegerkorps IV fueron sin duda serias. En primer lugar Sasha derribó el Junkers Ju.88A-4 W.Nr. 144088 del  Oberleutnant Ecklehard Klamrotz (Stab III./KG 51). Klamrotz y toda la tripulación falleció al estrellarse el bombardero. Y de nuevo Arkadiy Fiodorov abatió un segundo aparato alemán ese día: el Bf.110D-4 W.Nr. 2262 del 7.(H)/LG 2 – su tripulación (Oberleutnant Walter Köhler y Feldwebel Johann Pfahl) pereció al precipitarse su Zerstörer en llamas a tierra. Sin sufrir pérdidas propias, Pokryshkin y sus compañeros habían derribado dos aeronaves y causado la muerte a media docena de aviadores enemigos.

 

Durante su descanso forzado en Bakú a fines de 1942 (el nuevo comandante del regimiento, Isayev, pretendía sin razón hacerle una corte marcial por insubordinación) Pokryshkin tuvo su compensación a tantos sinsabores: conoció al amor de su vida y futura esposa Mariya. Esta foto fue tomada en el Hotel CDKA, durante la estadía de

los recién casados en Moscú (febrero de 1944).

 

Pocos días más tarde el 16º GIAP fue retirado del combate, enviado a Bakú para proveer descanso a sus agotados pilotos, y para ser reequipado. La unidad, junto con varias otras de los 4º y 5º VA (Ejércitos Aéreos) y la VVS ChF (Fuerza Aérea de la Flota del Mar Negro) habían jugado un papel vital en ralentizar el avance de la Wehrmacht en el Cáucaso, en un momento en que parecía inevitable que esta finalmente tomaría los pozos petrolíferos de Maykop, Grozni y Bakú. Gracias a los sacrificios de estos y muchos otros hombres, esto no ocurrió, y los sueños de conquista de Hitler se tornaron luego en una pesadilla.

 

Confiabilidad

 

Las al menos once victorias de Pokryshkin a los mandos del MiG-3 y las siete victorias como piloto de Yak-1 tienen algunas particularidades:

 

· Cinco de las siete victorias en el Yak-1 no le fueron oficialmente acreditadas, y por lo tanto no forman parte de la lista de 59 victorias aéreas oficiales que constan en su hoja de condecoración. Han sido el hallazgo del historiador Christer Bergstrom, o he podido confirmarlas comparando sus memorias con las pérdidas conocidas de la Luftwaffe en las áreas en las que él combatió.

 

· El propio Pokryshkin no reclamó algunas de ellas: Aleksandr siempre consideró a su quinta victoria (un Bf.109 el 27.06.1941) solo como un avión dañado, cuando vimos ya que en realidad forzó al Unteroffizier Ernst Winkler a saltar de su malogrado Friedrich. Otro ejemplo es el caso de los dos Bf.109G abatidos el 17.07.1942, Sasha Pokryshkin reclamó solo el de Keiser, al otro (el avión del experte Hans Dammers) lo consideró solo dañado. Sasha tampoco mencionó en lo más mínimo el Ju.88 derribado el 1.08.1942.

 

Eso habla mucho de la confiabilidad que tiene Pokryshkin en sus reclamos: si se le confirman derribos de los que él no habla o que consideró solo averiados, entonces cuando él dice "lo derribé, estoy seguro", es un 99,9% seguro que en efecto derribó a ese avión enemigo. De los 19 reclamos identificadas de este período, 15 coinciden con pérdidas reales alemanas – un 78,95% de verificación. Es uno de los Top Guns  de la 2GM con tasa de confirmación más alta. Algo que no puede decirse de su Némesis el máximo as teutón Erich Hartmann, por poner un ejemplo.

 

Transformándose en un Gran Táctico

 

Pero la importancia de Pokryshkin no reside en su tanteador como as, sino en su influencia como el más importante innovador táctico de la VVS en la 2GM. En los períodos en que piloteó el el MiG-3 y Yak-1 (de junio de 1941 a agosto de 1942), y más exactamente en los períodos de descanso entre combates, fue cuando Pokryshkin analizó errores y aciertos, arribó a la mayoría de las conclusiones y refinó muchas de las tácticas que luego lo harían famoso en el Kubán.

 

Como ya dijimos antes, durante el verano y otoño de 1941 Pokryashkin ya empezó a corregir dos errores tácticos muy comunes en la doctrina soviética de principios de la guerra:

 

· No volar en zveno de tres aparatos o troyka, sino en zveno de cuatro aparatos.

 

· Para escoltar a los lentos bombarderos Su-2 y Tupolev SB, dos veloces MiG (o dos parejas de ellos) volarían sobre los bombarderos separándose y volviendose a cruzar, conservando así velocidad pero sin adelantarse a los aviones que debían proteger. A este patrón de vuelo lo llamó nozhnitsy (“tijeras”).

 

A estas en 1942 Pokryashkin agregó varias más:

 

· Comenzó a utilizar ampliamente la ýòàæåðêà (etazherka = estantería) – o sea que la escuadrillas se dividieran en varias parejas o varios zveno y que volaran a distintas alturas para proporcionarse mútua cobertura y protección.

 

“Estantería del Kuban” (o “Escalera del Kuban”, como a veces la llaman en Occidente),

la formación táctica ensayada por Pokryshkin en el verano de 1942, y que fuera

clave para los éxitos del 16º GIAP sobre el Kubán en abril-junio de 1943.

 

· También en este período comenzó a desarrollar su fórmula âûñîòà-ñêîðîòü-ìàí¸âð-îãîíü (vysotá-skórost-manióvr-ogón = altura-velocidad-maniobra-fuego). O sea, los cazas soviéticos debían siempre ingresar a la zona de combate a gran altura (vysotá), para poder transformarla en velocidad (skórost) por medio del picado hacia los aviones alemanes volando debajo, y tener así la energía suficiente para maniobrar (maniovr). Por último, cazas con gran poder de fuego (ogón) despedazarían a las aeronaves germanas. El P-39 Aircobra, con su cañon M4 de 37 mm y sus ametralladoras pesadas Browning M2 de 12,7 mm, sería ideal para esta tarea.

 

· En un combate aéreo contra los Bf.109, era vital siempre identificar primero al líder, y tratar de abatirlo. Habitualmente, si los pilotos alemanes perdían a su Röttenführer o su Staffelkapitan, automaticamente se desorganizaban y abandonaban el combate (tal fue el caso de los combates del 20 y el 28.07.1942: tan pronto como él derribó a Brückmann y a Dzal, los restantes Messerschmitt se desbandaron).

 

Para finalizar, hemos de decir que valorar el mérito de Pokryshkin mirando exclusivamente su cuenta de derribos es un error. En primer lugar porque aviones no fue lo único que destruyó Pokryshkin, dado que realizó una gran cantidad de ataques a tierra, cosa que se practicaba mucho en VVS durante el primer periodo de la guerra. En segundo lugar, hizo una importante cantidad de misiones de reconocimiento, las cuales tuvieron una importancia crucial. En tercer lugar, Pokryshkin fue un gran profesor, reformador, organizador y táctico, por tanto su mayor merito fue éste, y sus “kills” pueden considerarse más bien como una base práctica sobre la cual Pokryshkin desarrolló e implementó sus reformas y tácticas del combate aéreo moderno.

 

No hemos de olvidar que el daño directo, causado al enemigo, no solo se mide en aviones derribados. Ya que hablamos del periodo inicial de la guerra, veamos la hoja de condecoración, presentada con fecha de 23 de abril de 1943 para conceder a Pokryshkin la Zolotaya Svezda (y el título de Geroy Sovietskogo Soyuza), en la cual consta:

 

“Realizó con éxito 354 vuelos de combate sobre el campo de batalla, de los cuales fueron:


- en misión de asalto a las tropas enemigas: 62;
- en misión de reconocimiento de las tropas enemigas: 202;
- en misión de escolta: 37;
- en misión de patrulla: 36;
- en misión de cobertura a las tropas: 17.


Participó en 54 combates aéreos, en los cuales derribó
personalmente 13 aviones y 6 en grupo, en concreto: 3 Me-110, 10 Me-109, 4 Ju-88, 1 He-126, 1 PZL-24”.

 

En el mismo formulario consta que durante los ataques a tierra Pokryshkin eliminó:

“- vehículos con municiones y cargas diversas: 45;
- piezas de artillería de diverso calibre: 7;
- vagones ferroviarios: 10;
- soldados y oficiales: más de 200”.

 

Llama la atención que en este periodo de la guerra, de las 354 misiones de combate que realizó Pokryshkin, 75% fueron misiones de reconocimiento (que dieron resultados importantísimos para el mando del Frente) y ataques a tierra.

 

Fragmento 1 del formulario de presentación para la primera Estrella de Héroe de la URSS.

 

Fragmento 2 del formulario de presentación para la primera Estrella de Héroe de la URSS.

 

Asumo que muchos de los lectores habrán visto el film Diario de Motocicleta, en donde el actor mexicano Rodrigo de la Serna encarna a un muy joven Ernesto Guevara durante su primer viaje por toda America Latina en 1953. Se ha dicho, con razón, que fue en ese viaje cuando Ernesto Guevara de la Serna empezó a transformarse en en el Che. Algo parecido ocurrió aquí: en las duras batallas sobre Moldavia, Ucrania, el Donets, el Manych y el norte del Cáucaso en 1941-42, mientras volaba el MiG-3 y el Yak-1, Aleksandr Ivanovich Pokryshkin comenzó a transformarse en Sotka.

 

 

 

APÉNDICE I

Victorias de Aleksandr Pokryshkin volando MiG-3 y Yak-1

 

 

Texto en rojo = Pérdidas que la Luftwaffe acredita a una causa distinta que el combate aéreo.

Texto en azul = Victorias oficialmente no acreditadas pero confirmadas por la Luftwaffe.

** = Overclaim, victoria que no puede confirmarse en los registros de pérdidas de la Luftwaffe.

 

 

El autor frente a la tumba de Aleksandr Pokryshkin en el cementerio de Novodevichi, Moscu, 30 de julio de 2007

 

 

 

APÉNDICE II

Pérdidas alemanas.

 

En la terminología militar alemana, cuando un aparato recibía un 10% de daños, se consideraba “leve.” Entre el 10 y el 24% era daño mediano pero que aún no podía repararse en los aeródromos de campaña. A partir del 25% necesitaba una reparación seria en los talleres de la unidad a la que perteneciera. Entre un 40% y un 55% el daño era muy serio y el avión necesitaba que le cambiaran grandes partes completas en los talleres de retaguardia. Cuando recibía daños del 60% o más, simplemente se la daba de baja como chatarra. Una pérdida al 80-90% significaba pérdida total sobre áreas controladas por tropas alemanas, y por último se anotaba 100% cuando la aeronave era derribada sobre territorio enemigo.

 

El sistema era bastante subjetivo porque uno puede pensar que un avión dañado por ejemplo al 35% es fácilmente reparable. Y hace pensar al lector que un piloto soviético que reclamara derribar un avión alemán que resultara dañado en un 10% o 25% estaba borracho o deliraba. Pero esto no es así – con toda razón un piloto ruso podía reclamar genuinamente un derribo si había causado tales daños a un aparato germano. Esto se entiende viendo las siguientes fotos:

 

Daños al 10%

 

 

 

Daños al 25% 

 

 

 Daños al 35%

 

 

 Daños al 40%

 

 

Otro punto a considerar es que las fechas de baja del balance de la Luftwaffe en los documentos alemanes a menudo no coinciden con las fechas del derribo de un avion, sobre todo en caso de los aviones destruidos y los que sufrieron daños significativos superiores a un 25%. Ya por no hablar de que existen aviones capturados por los soviéticos que simplemente no constan por ningún lado en la documentación alemana pero resulta que sus fotos han sido publicadas recientemente, junto a su número de matrícula.

 

Esto era debido al sistema de autorizaciones en la Luftwaffe: los aviones eran considerados dados de baja solamente cuando el hecho de producirse su daño, su destruccion total o su envío para ser reparado solamente se registraba cuando estos aviones se daban de alta en el balance del servicio de reparaciones de la Escuadra o de la División, lo que requiere su tiempo. Por tanto hasta el momento en que un avión era reconocido por el servicio de reparaciones como dañado o eliminado, este avion oficialmente era considerado como 100% operativo. Por supuesto que el ingeniero de la unidad sí sabía de cuantos aviones operativos de dispone, pero en la contabilidad alemana estos hechos no siempre se registraban con la debida puntualidad. Lo anterior aplica para daños superiores a 25%.

 

Si los daños eran inferiores a un 25%, los aviones por norma general se reparaban en el servicio de reparaciones del grupo aereo, entonces los daños se registraban en la misma fecha de producirse. Otra cosa es cuando por falta de repuestos y otras dificultades el avión finalmente no se reparaba y era abandonado, desguasado, canibalizado y etc. Pero eso no es apreciable en los documentos de perdidas de la Luftwaffe.

 

Cuando los daños eran mas graves, el avion era enviado al taller o fábrica de reparaciones de la escuadra o de la division, entonces hasta que los técnicos de estas instalaciones no firmaban el acta de recepción del avión, este avión continuaba en el balance del grupo como operativo. Por eso a menudo es dificil de cruzar los reclamos aliados con los registros de baja de los alemanes.

 

Por el contrario, los soviéticos reportaban el avión perdido prácticamente en el acto, dándose casos de registrarse las bajas por duplicado en aquellos casos (y sobre todo en las épocas de una alta intensidad bélica) cuando el piloto se perdía y aterrizaba en otro aeródromo y no había posibilidad de comunicar su regreso por falta de comunicación o por sobrecarga de líneas, o simplemente al realizar el aterrizaje forzoso.

 

 
 

APÉNDICE III

Hojas de condecoración de Aleksandr Ivanovich Pokryshkin correspondientes al periodo inicial de la guerra (y a continuación a los posteriores periodos).

 

Aquí se pueden apreciar los dichosos 12 derribos iniciales y 59 totales oficiales. Para que nadie piense que se trate de un error, se adjuntan otras hojas de condecoración donde de nuevo se confirman estas cifras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

APÉNDICE IV

 

Aparte de los derribos no computados, como hemos visto en el artículo, hay pilotos que confirman que Pokryshkin realizó vuelos durante la tercera etapa de la guerra, a pesar de la prohibición de volar, donde obtuvo derribos. Por ejemplo, así lo afirmó su punto, Geórgiy Gólubev, en las conversaciones privadas con el historiador Nikolay Bodryhin.

 

Además, hubo algunos derribos que Pokryshkin cedió a sus puntos para así estimularlos.

 

 
 

APÉNDICE V

FUENTES

 

  • Aleksandr I. Pokryshkin, Ïîçíàòü ñåáÿ â áîþ. "Ñòàëèíñêèå Ñîêîëû" ïðîòèâ àñîâ Ëþôòâàôôå. 1941-1945 ãã. (Poznat sebya v boyu. ‘Stalinskie Sokoly’ protiv asov Luftwaffe. 1941-1945 gg. = Conocerse a sí mismo en combate. ‘Los Halcones de Stalin’ contra los ases de la Luftwaffe. 1941-45).  ZAO Tsentrpoligraf, 2010.

 

  • Mijail Yurevich Bykov, Àñû Âåëèêîé Îòå÷åñòâåííîé Âîéíû. Ñàìûå ðåçóëüòàòèâíûå ë¸ò÷èêè 1941-1945 ãã. (Asy VelikoyOtechestvennoy Voyny. Samye rezultativnye liotchiki 1941-45 gg  = Ases de la Gran Guerra Patria. Pilotos con los mejores resultados 1941-45”),  Editorial Yauza-EKSMO, Moscú, 2008 – Cortesía de Torero.

 

  • Dmitriy Khazanov & Aleksander Medved, MiG-1/3 Aces of World War 2. Osprey Publishing Ltd., 2012.

 

  • Tomás Polak & Christopher Shores, Stalin Falcons. Grub Street, 1999.

 

  • Christer Bergstrom & Andrey Mijailov, Black Cross – Red Star. Air War over the Eastern Front. Volume 2. Resurgence. January-June 1942. Pacifica Military History, 2004. Cortesía de Torero.

 

  • Christer Bergstrom, Andrey Dikov & Vlad Antipov, Black Cross – Red Star. Air War over the Eastern Front. Volume 3. Everything for Stalingrad. Eagle Editions Ltd., 2006.

 

  • Prien, Jochen - Stemmer, Gerhard - Rodeike, Peter - Bock, Winfried: Die Jagdfliegerverbände der Deutschen Luftwaffe 1934 bis 1945 - Teil 9 Tielband II Wom Sommerfeldzug 1942 bis zur Niederlage von Stalingrad 1.5.1942 bis 3.2.1943, Struve Druck 2006. – Cortesía de Jan Safarik.

 

  • Muchas gracias de nuevo a Jan Safarik, porque proveyó una extensa lista con las pérdidas de otras unidades de la Luftwaffe en las épocas y zonas donde combatió Pokryshkin.

 

 

 

 

Por Diego Zampini

 

 

 

 

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